Santiago en mí

¡A la carga!

No sé dónde está el misterio; si lo hay. Pero cada vez que terminan unas vacaciones uno se siente más cansado. ¿Acaso no es que nos tomamos ese período para descansar? ¿Serán las sábanas; el reloj otra vez con labor matutina?

Son hierro las piernas e imanes las calles. No parecen llegar nunca los destinos. Las camionetas también andan de sábanas pegadas y el primer encuentro con la realidad del primer día de trabajo es el olor a sudor recién estrenado, las masas ajenas que se funden con las mías (bien pocas por cierto). Casi comprendo a la perfección las ecuaciones de Higgs.

Antes, cuando eran otras las vacaciones que se acababan, no se hablaba de apatía. El reencuentro con los amigos de la escuela, de la beca, los temas recobrados… Antes un mes era mucho más, y había tanto para contarse.

Ahora es diferente, como si nos hubiéramos ido por una semana.

Pero qué se le va a hacer. Hay que confiar en la rutina y sus poderes. Ya vendrán días en que el ritmo nos absorba y no pese tanto el diario (aunque no nos salve de alguna que otra imprecación).

Por ahora, otra vez a la carga. Muchas cosas buenas faltan por vivir, y quiero pensar que para acelerarlas también necesito esta rutina.

Ya de eso hablaremos. Mientras tanto, los saludo de vuelta. ¿Cómo les fue en las vacaciones?

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