Tony Ávila: trova para reír con la cabeza
Si alguna vez alguien preguntara a qué se debe la popularidad alcanzada por el trovador matancero Tony Ávila, bastaría con invitarlo a uno de sus conciertos; uno, tal vez, como el ofrecido este miércoles, durante más de dos horas, en la Sala Dolores de esta ciudad; como parte de las jornadas del 51 Festival Internacional de la Trova “Pepe Sánchez”.
Dicharachero, jodedor, ocurrente, “científicamente negro”, Tony enseguida cautiva a su público, y los hace cómplices de su música inteligente, aún cuando algunos (muchos) no puedan mantenerse quietos en sus asientos, movidos por ritmos de una sonoridad cubana por todos lados.
Con una poética ya (me atrevería a decir) característica, Tony retrata a la sociedad cubana en sus más polémicas aristas y lo hace, sin pelos en la lengua, pero sí con una simpatía que no oculta en la sonrisa la reflexión.
La emigración, la racialidad, el día a día de los cubanos pasa por los textos del cardenense y llega contundente a un público que entre aplausos y risas, exclama una y otra vez afirmativo, y dice “así mismo es”, como si estuviera en cualquier debate político.
Y es que la canción de Tony tampoco oculta su marcado carácter político, o de “canción protesta”, por la que él mismo confirmo su afinidad; pero sin caer en retóricas o discursos fáciles, más bien añadiendo esa gracia propia de los cubanos y unos versos que se me antojan solo pueden salir de sus manos.
En diferentes momentos de la noche, acompañaron a Tony los trovadores Pepe Ordaz, Sonia Silvestre y Eduardo Sosa, en una especie de cofradía que añadió puntos extras a un, de por sí, ya admirable concierto; que brinda ribetes excepcionales a una nueva edición de los Festivales de la Trova en Santiago de Cuba, y habla muy bien de las gestiones de Eduardo Sosa, como presidente del Festival.
Todavía queda mucha cuerda por sonar y pareciera que las noches no alcanzan, para tanta música. Hasta ahora, el “Pepe Sánchez” late con fuerza.