Santiago en mí

Santiago de Cuba: una plaza, un lugar, un día… (I)

La antigua villa de Cuba, hoy Santiago de Cuba es una tierra de maravillas. Sus paisajes reflejan en perfecta armonía el verde-azul de sus empinadas montañas con el turquí profundo de las aguas de sus mares y de su bahía. Allá y acá, los techos y las casas reflejan las diferentes épocas que les tocó vivir; tiempos de azares, de corsarios y piratas atacándola para llevarse sus riquezas, ante todo, el cobre de la mina cercana, o los campanarios y los adornos dorados de sus iglesias; tiempos en que sus propios hijos se lanzaron a la mar, también como corsarios y piratas, para devolver los golpes traicioneros dados por los sin ley que vivían en las cercanas islas de Jamaica, Santo Domingo o en las Antillas menores.

Así de heroica fue y sigue siendo la historia santiaguera, marcada para siempre por la impronta de sus mejores hijos y por una geografía que la hacen diferente al resto de las poblaciones de Cuba. En otros sitios no existen lugares espectaculares como el Castillo de San Pedro de la Roca, nuestro Morro que permanece vigilante a la entrada de su bahía, escoltado por las montañas de la Sierra Maestra y por la imponente fosa de Bartlett, cuyos paisajes, increíbles en cualquiera de los puntos cardinales, hacen nacer los mejores sentimientos de agradecimiento de la más indiferente alma humana.

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