Algunas dudas…en los finales de la Serie Nacional de Béisbol
Hoy quisiera escribir sobre cualquier otro tema, quizás estrenar algún que otro relato breve; pero mi entorno me obliga a retomar el béisbol, cuando Cuba pueda estrenar esta misma noche un nuevo campeón; o el culebrón de más de cien juegos, con visos de Animal Planet (por aquello de que se enfrentan “leones” y “tigres”[1]), se extienda durante unos cuantos días más.
Comoquiera que en unas horas (según mi pronóstico) o días (según el deseo de la fanaticada azul) se cerrará el capítulo número 51 de nuestras Series Nacionales (SN 51), y sin importar realmente quien gane el campeonato; quiero hacer mi propio análisis de esta edición de los clásicos cubanos de béisbol.
Seguramente, visto el regreso de las multitudes a los estadios del país; el agradable protagonismo de equipos otrora sotaneros ó el retorno a los play off de un histórico como Industriales; muchos periodistas y comentaristas de medios de prensa oficiales catalogarán de exitosa la reciente Serie Nacional e intentarán cubrir bajo la lona del “éxito” y con muchos epítetos, las lagunas que durante los últimos años ha venido mostrando la pelota nacional.
Sin embargo, a ese (probable) optimismo quisiera contrarrestar algunas dudas, ante las cuales no me conformaré con preguntar, sino que brindaré mi opinión que, a todas luces, no pretende ser la definitiva:
1. ¿Es realmente un éxito el polémico formato de 17 equipos?
No lo creo. El que asegure que la competitividad observada en esta Serie es resultado de la variación en el formato o es ciego o comenzó a ver las series este año.
La rivalidad mostrada en esta edición, protagonizada fundamentalmente (y una vez más) por la candente zona oriental, es consecuencia directa de la propia evolución de los equipos involucrados: unos en franco ascenso consagratorio hacia la élite de la pelota cubana (Ciego de Ávila, Cienfuegos); otros fruto de una filosofía de juego que, más allá de detractores, sigue dando resultado (el Matanzas de Víctor Mesa); no pocos en actuaciones por debajo de sus expectativas, aunque por causas varias (Pinar del Río, Villa Clara, Santi Spíritus y Santiago de Cuba) y un grupo con guarismos según sus acostumbradas mediocridades (Metropolitanos, Camagüey, Holguín y La Isla, a los que se suman ahora, por obra y gracia de esta estructura, Mayabeque y Artemisa).
Estoy plenamente convencido de que con menos equipos involucrados en la serie, la rivalidad iba a ser igual o superior. Esto también lo creen todos aquellos aficionados que al darse a conocer la decisión de la criticada Comisión Nacional de Béisbol, abogaron por una reducción en la plantilla del campeonato.
2. ¿La presencia en la postemporada de equipos como Granma es un buen síntoma de nuestro béisbol?
Tampoco lo creo. La potente artillería que caracteriza a la alineación granmense no es una condición suficiente para garantizarle un panteón entre los mejores equipos; por el contrario, es uno de los conjuntos que más errores técnicos evidencia en su juego y eso, citando a Michel Contreras, “no puede suceder en un play off. Qué va”.
Pienso que, más allá de sus méritos propios, Granma llegó a donde lo hizo por las carencias de un Villa Clara (¿le habrá hecho falta un Víctor Mesa?) y de Santiago de Cuba, verdadero centro hospitalario al final de temporada.
Pero no solo es Granma (quizás el ejemplo más obvio); todavía se comenten muchos errores del abecé del béisbol por parte de equipos clasificados a los play off, lo que no es más que otro reflejo de las carencias de nuestra pelota.
3. De Regla IBAF y otros demonios…
…estuvo llena la SN 51. No entiendo todavía la necesidad de aplicar esta polémica regla en nuestro clásico nacional. Si me responden que es para la preparación con vistas a los campeonatos de la IBAF; bien, pues que la apliquen en los juegos de preparación de nuestra pre-selección nacional; pero no en los partidos de nuestra serie. Si, en cambio, me explican que es para ahorrar electricidad en los estadios…¡pues lo entiendo menos! Entre los juegos diurnos y la regla IBAFvan a acabar con la esencia de la béisbol.
Por otra parte, qué decir del famoso juego válido después de la quinta entrada. Poco importa si un equipo gana por diez que por una carrera, o que se decida a clasificación de un seleccionado, el fantasma de la derrota por lluvia u oscuridad está siempre latente, incluso en los play off, donde, si bien no se aplicó, los comentaristas no se cansaban de evocarla, como si lo que se estuviera decidiendo fuera un partido de barrio. Además, si de demoras se trata, hay que ver cuánto puede “estirar” un lanzador un juego en busca de la “famosa” decisión.
En cuanto a los 17 equipos…bueno, ya de eso hablé…¡otra barbaridad! que no solo atenta contra el necesario incremento de calidad en nuestro béisbol, implica estadísticas falseadas y gastos de recursos (recordar que jugamos de día para ahorrar combustible [sic]); sino que va contra lo que pide la gran mayoría (por no absolutizar, que no me gusta) de una afición conocedora de la pelota como pocas en el mundo.
Lo que sí parece haber cumplido su objetivo inicial es la elevación del montículo de los lanzadores hasta 15 pulgadas, en busca de equilibrar el balance entre bateo y pitcheo. Comparado con la Serie Nacional50 (AVE: 298 y PCL: 5,25) en esta edición se bateó para 283 y se lanzó para un ¡buenísimo! 3,40[2]. PERO (ya pensaron que no había un pero), ¿eso demuestra un salto de calidad en nuestro pitcheo?
Claro que no. ¿Qué sucederá cuando los lanzadores seleccionados para formar parte del “equipo grande” tengan que subirse a un montículo unas pulgadas más pequeño? Bueno, en verdad no me preocupan tanto los lanzadores que, a fin de cuentas, son los que mejor han lucido en los últimos eventos internacionales; sino los bateadores que, enla Serie Nacional se las dan todos de slugger y a la “hora de los mameyes”…pero me salgo del tema (o tal vez no).
Muchas otras preguntas podrían hacerse, que minen las bases del supuesto de que con esta Serie Nacional que recién concluye se ha evidenciado un salto de calidad en nuestra pelota.
Afortunadamente (ahora soy yo el optimista) ya se ha venido anunciando en las trasmisiones de la pelota, un encuentro científico para discutir sobre nuestras series de béisbol. Ojalá en el mismo también esté presente la opinión de los aficionados y que una vez celebrado no nos depare nuevas sorpresas para la edición 52 de nuestros clásicos, porque ya sabemos que a veces, el remedio es peor que a enfermedad.
[1] Denominación (a mi entender) arbitraria con que se conoce a los equipos Industriales y Ciego de Ávila, respectivamente
[2] Estadísticas tomadas del sitio oficial del béisbol cubano. http://www.beisbolcubano.cu