Santiago en mí

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Se aprestan las gargantas de los trovadores

Festival-Internacional-de-la-Trova-Pepe-Sánchez1El Festival de la Trova “Pepe Sánchez”, en su edición correspondiente a este 2016, abrirá sus puerta el próximo 16 de marzo y se extenderá hasta el 20 de marzo.

Según se ha dado a conocer, se dedicará en esta oportunidad a los 90 años de vida de Fidel Castro, y a la figura de René Urquijo Salazar, ícono y defensor por excelencia del género trovadoresco.

El Festival también rendirá homenaje al Centenario de Walfrido Guevara; a la obra musical de Silvio Rodríguez y sus 70 años de Vida; a los 70 años de Noel Nicola y de Eliades Ochoa; a Adriano Rodríguez, Santiago Feliú, Caridad Saborit, al Septeto de la Trova (por sus 40 años), Sexteto Sonarte (por sus diez años de labor); a los 30 años de la Asociación Hermanos Saiz (AHS) y a los 15 años de la Agencia “Son de Cuba”, de la EGREM Santiago

Dentro del amplio programa que propone el Comité Organizador, encabezado por el trovador Eduardo Sosa, resaltan las siguientes actividades:

16 de marzo, 8:30 pm, Escalinata del Museo Emilio Bacardí: Gala Inaugural. La misma pretende abarcar todos los períodos por los que se ha desarrollado el género, desde la conocida vieja trova pasando por la nueva trova hasta llegar a la novísima, interpretada respectivamente por los que defienden este género en sus distintas etapas.

17 de marzo, 8:30 pm, Sala Dolores: Gala Especial “El Trovador de Siempre”. Dedicada a la obra musical de René Urquijo, defensor por excelencia del género trovadoresco y al que se está dedicando el evento.

19 de marzo, 8:30 pm, Sala Dolores: Gala por el día del Trovador. Gala concebida para rendir tributo a la obra musical de los que se homenajearán en el marco del festival.

19 de marzo, 6:00 pm a 10:00 pm, calle Heredia: Gran Trovada, en conmemoración del día del trovador, está organizada para el intercambio entre los participantes de otras provincias y artistas del patio.

20 de marzo, 8:30 pm, Parque Céspedes: Gala de Clausura

El Festival de la Trova “Pepe Sánchez” se desarrolla desde los primeros años de la década de los 60 y ha propiciado el encuentro de diferentes generaciones de las más auténticas expresiones de este quehacer artístico.

Siempre se hace coincidir con el 19 DE MARZO, DÍA DEL TROVADOR en Cuba, en conmemoración al natalicio de nuestro José “Pepe” Sánchez, padre de la canción trovadoresca.

Tomado del sitio web del Septeto de la Trova

 

José Aquiles y su pasión por Santiago de Cuba | Tomado de CMKC

José Aquiles Vierelles y la Peña del Menú

José Aquiles Virelles y la Peña del Menú

José Aquiles Vireyes ha colocado en el mercado internacional su nuevo disco al calor de las celebraciones por el medio milenio de su ciudad Santiago de Cuba, por eso y más, hoy la CMKC se complace en proponerle esta entrevista con el muy laureado compositor y trovador, devenido en un magnífico promotor cultural y comunicador a través de su tradicional y muy concurrida La Peña del Menú, con sede en el Centro Cultural Francisco Prat Puig de esta urbe oriental. ¿Por qué un hombre decide aferrase a la guitarra y a los versos? ¿Por qué se queda en Santiago de Cuba, lejos de esa Habana abarcadora y que seduce? ¿ Por qué si eso puede dejarlo fuera del círculo en el que se inscriben los que ganan la «gloria»?

Habrá que preguntarle a José Aquiles, ese trovador intenso y profundo y otra vez trovador, que ha llenado las noches y las mañanas y todas las horas de Santiago con sus canciones. Un hombre fiel a su música y a su tiempo, que aun cuando está lejos de su ciudad no deja de regalarle sus mejores melodías.

Leer más: José Aquiles y su pasión por Santiago de Cuba.

Al final la trova se impuso

Finalmente parece que todos los astros se alinearon, astros con nombre de mujer y categoría de esposa, para que yo pudiera ir a algunos de los principales conciertos que deparó la 53 edición del Festival Internacional de la Trova Pepe Sánchez, en su segunda mitad.

Más allá de un agotamiento que no me dejaba siquiera abrir la boca para (mal)cantar las canciones de mi preferencia, fueron dos días, viernes y sábado, donde mis pies memorizaron cuántos metros separan mi casa de la Sala Dolores y esta del Iris Jazz Club.

Primero fue el (muy perseguido por muchos) concierto del trovador Luis Barbería y dos de las integrantes de las extraordinarias chicas de Sexto Sentido. Concierto que, entre mis conocidos, provocó reacciones disímiles, me impresionó sobre todo por el exquisito trabajo con las voces entre Barbería y las muchachas. Es un complemento perfecto entre el amplísimo espectro vocal de un hombre que se mueve por las zonas más graves con una facilidad de espanto (y parece guardar en su garganta —diafragma, estómago o donde sea— su propio arsenal de percusión) y las ya acostumbradas, aunque no por eso menos impresionantes, dotes vocales de las de Sexto Sentido, que hacen ver el arte de interpretar una canción como algo muy sencillo.

Resaltar del concierto el aparte con Eduardo Sosa y con Raúl Torres. ¡Sencillamente sublime!

La noche de ese viernes marcó mi reencuentro con el autor de temas ya emblemáticos en la cancionística cubana como Se fue y Candil de nieve. Raúl Torres se presentó con un formato acústico (guitarra, cajón y algunas misceláneas) en el escenario del Iris Jazz Club. Se hizo acompañar también de Adrián Berazaín quien no dudó en regalar dos de sus temas.

Una vez más Raúl no me decepcionó; si bien los arreglos de voces para este formato, realizados a algunas de las canciones de su repertorio, no fueron de mi total agrado. ¡Pero qué se yo de música!

Con toda la informalidad que brindaba la noche y el espacio, interpretó varios de sus temas más recientes, mientras reservaba algunos otros para el concierto que daría el domingo. No pudo, sin embargo, negarse a la petición del público de cantar sus imprescindibles.

El sábado guardaba uno de los más esperados regalos de este festival (aún no estoy claro si formaba o no parte del mismo, o fue simple coincidencia): la presentación de la soprano norteamericana Bárbara Hendricks.

Una Sala Dolores abarrotada acogió a la Hendricks quien ofreció un variado programa en compañía de la Orquesta Sinfónica de Oriente, integrantes de algunos de los coros de la ciudad (Orfeón Santiago, Madrigalista y tal vez otro) y dos músicos suecos (ruego me disculpen no recordar los nombres): un saxofonista y un guitarrista.

De lo lírico al jazz, hasta el cierre con Pata Pata de Miriam Makeba, Hendricks dio muestras sobradas de su talento y profesionalidad.

Si algo habría que señalar al concierto es la actuación del coro que, a ratos, lució tímido, desconcertado, tenso; y solo muy tarde ya en el cierre del concierto, pareció soltar amarras.

El complemento de la noche del sábado fue, una vez más, el Iris Jazz Club, esta vez con la actuación de Adriana Aseff y su grupo Boomerang, a quienes hacía mucho ya que no escuchaba. En esta ocasión, de regreso a un escenario que habían hecho habitual hace unos años, mostraron parte del trabajo que estará recogido en un disco. Finalmente invitaron a Luis Barbería y las chicas de Sexto Sentido, el promocionado “plato fuerte” de la noche.

Mucho más tuvo todavía el Festival de la Trova, clausurado este domingo en el populoso parque Céspedes. Sobre su realización, éxito o no, poco puedo decir desde la periferia. Algo sí me queda claro (y lo repito), ojalá siga cada año, adueñándose de los espacios que por derecho propio le pertenecen.

Cavilaciones en tiempo de trova

Llega a la mitad el Festival de la Trova Pepe Sánchez y aún no he podido escuchar unos acordes de guitarra, más que los de la inauguración del evento teórico celebrada el pasado 22 de abril, en la sede de los artesanos de Santiago de Cuba.

Se me escurren los días entre los dedos, las obligaciones, el cansancio y la falta del Programa Oficial; y pienso en aquellos otros festivales en los que disfruté la bohemia.

Anoche hice un amago de esos tiempos. Fui hasta el patio de la Biblioteca Elvira Cape, sede de las descargas auspiciadas por la Asociación Hermanos Saíz; pero solo alcancé las pruebas de audio: a las once de la noche aún no había comenzado.

Entonces envidié a los trovadores, demás participantes del evento, y público que carga los estigmas del trasnochador, por la fidelidad para los que allí se presentarían, supongo, hasta bien entrada la madrugada.

(Entonces sentí pena por la anciana que, asomada al destartalado balcón que da hacia el patio de la biblioteca, se preguntaba, quizás, hasta qué hora los bafles marcarían el ritmo de su insomnio)

Ahora ando a la caza de los conciertos de la Sala Dolores para este fin de semana: los de Sexto Sentido, la mesosoprano Bárbara Hendricks y Raúl Torres (anunciados para viernes, sábado y domingo respectivamente); pero el incremento (al doble) del precio de entrada me impulsa a la selección. Aún no decido.

Dos días más andarán los trovadores por las calles, plazas e instituciones de Santiago de Cuba. Todavía no sé cuánto de esta edición podré disfrutar. Pero otros ya lo han hecho, lo hacen, lo seguirán haciendo. Es válido. El Pepe Sánchez es de Santiago de Cuba. Que así sea por muchos años.

Motivos de elogio

A Roberto Tremble

La primera vez que intercambiamos palabras arreglamos el mundo en unos 45 minutos. Nos habíamos visto otras veces, pero nunca nos detuvimos a hablar. Sin embargo aquella vez, en el rectorado orquestamos planes demoledores para avivar la vida cultural universitaria. Yo andaba por el largo camino del papeleo, pues tenía la intención de comenzar a trabajar en la Dirección de Extensión Universitaria, específicamente en el área de Literatura. Recuerdo que conversamos como si nos hubiéramos conocido de toda la vida. Él tuvo algunas palabras de elogio hacia mi trabajo -de alguna manera lo conocía-; habló de trabajar en conjunto, crear peñas, espacios de promoción y debate, hacer un frente común, pues las artes no debían estar desligadas. Mientras lo escuchaba me decía: Este tipo tiene el entusiasmo de un loco, de esos que andan por ahí iluminados, como yo tenía mi cable suelto le tomé varias veces la palabra y me monté en el carrito de la cultura.

Hicimos muchas actividades en conjunto durante el tiempo que trabajamos en la Universidad de Oriente. Nos metimos en unas cuantas camisas de fuerza. No importaba que dijeran: No se puede; ahí íbamos y hacíamos las cosas con verdaderos actos de magia, varios infartos, recursos propios, una cantidad enorme de amigos y gente de buena fe. Demostramos en un buen número de los casos- que las barreras eran más subjetivas que objetivas. Aunque no siempre nos dio la luz y, en ocasiones nos ganó el desaliento, pero al poco tiempo volvíamos con algo bajo la manga. La verdad es que unos cuantos proyectos no pasaron de simple sueños.

Otro recuerdo es su constante sentido del humor. Teníamos una especie de venganzas mutuas a maneras de retos. Primero me retó a que presentara un libro de Historia, frente al gremio de historiadores, de ahí surgió la idea de crear un espacio (La universidad y sus autores) en el que se presentaran textos publicados por profesores. Como venganza lo reté a que presentara mi libro de poemas Bajo asedio, frente al gremio de estudiantes y profesores de Letras de lo cual salió bastante bien airoso-. Así nos mantuvimos hasta llegar a la peña Guitarra Luz, en la cual me enredó en una sección (nuevamente de Historia) que dejaban, casi siempre para el final, en una peña nocturna de más de dos horas. Varias veces le manifesté, en broma, la intención de renunciar, pues pedía cada tema que había que ir a Fondos raros y valiosos a investigar. Debo aclarar que realizar ese espacio fue un placer y un reto cada vez, también me ayudó a crecer.

Disculpen si he hablado mucho de mí. Resulta que quiero dar una visión de alguien a quien tuve muy cerca. Fue compañero, amigo y uno de los mejores bateadores emergentes, de los de confianza, que cuando el juego estaba apretado lo llamabas y daba el batazo. Sabía que podía contar con él; era un cómplice habitual para lo que fuera labor creativa, promover el arte y complicarse la vida con los sueños de una universidad mejor. Estoy seguro que ese sentimiento de saber que estaba ahí, que de necesitarlo estaba al alcance de la mano como se dice en buen cubano: sin miedo-, puede ser atestiguado por muchas personas. Y no cometo el delito de colocarlo en un pedestal; estaba lejos de ser una persona perfecta, sin embargo las virtudes que presencié bien valen estas palabras de elogio.

Nunca dejaré de agradecerle la ayuda que me prestó durante mis primeros meses de trabajo, se empeño en varios de mis proyectos sin tener por qué hacerlo, sin protestar, como si fueran los suyos propios. Con él vi tomar nuevas fuerzas a nuestra Coral Universitaria, trabajamos en ideas macondianas como la de hacer un parque ecológico a partir de los destrozos que había dejado Sandy, sufrimos la burocracia y celebramos las victorias del colectivo de trabajadores de Extensión Universitaria.

Realmente son insuficientes estas palabras para hablarles de la persona que fue: historiador, investigador, músico; un escritor que pudo dar más en el terreno de la crítica y un promotor nato, por citar algunas cosas. La última vez que lo vi le dije: Algo me decía que nos iríamos de la universidad al mismo tiempo, parece que nos pusimos de acuerdo. Él rió y asintió con la cabeza. Hablamos con rapidez en la entrada de la UNEAC. Quedamos en vernos durante algunos de los viajes que tuviera que hacer a La Habana, ya que él partía hacia esa ciudad. Nos encontraríamos en el escaso tiempo que me dejaran mis asuntos literarios y sus asuntos de la música. Lo comprometí a que la primera vez él pagaba las cervezas, casi lo obligué en broma- por todos las ácaros que había respirado en Fondos raros y valiosos. Ahora sé que ese encuentro no será posible, y se diluye como una fina niebla en ese enorme gavetero de los recuerdos inventados de lo que no fue y ya no será. Esa última vez que lo vi, yo andaba en la pretensión de comenzar un nuevo trabajo, y me extenuaba en el largo camino del papeleo oficial. Él tuvo, una vez más, algunas palabras de elogio para mi, enderezamos el mundo en unos 25 minutos, y hablamos de nuestros proyectos como si fuéramos a vivir toda la vida.

Rodolfo Tamayo Castellanos

(nota) En la foto que acompaña esta entrada, Roberto Tremble aparece en semicuclilla, al centro, con camisa azul; acompañado de Rodolfo Tamayo (extremo izquierdo) y otros trovadores y escritores vinculados a la Peña Guitarra y Luz.

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