Santiago en mí

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Tarde de homenajes en la Uneac

Adela

Es el rostro del cine cubano; bien lo dijo Reynaldo Cedeño. No hay dudas. Cada hombre o mujer de esta tierra debe(ría) guardar en su recuerdo la intensidad de esos ojos bajo el sombrero. Es Lucía. Es Adela Legrá.

José Orpí Galí la convocó a su espacio Caserón te invita. Tarde de lujo. Llegó casi inadvertida, de no ser por esos ojos, ¡esos ojos!, contra los que no puede el tiempo. Se sentó y por momentos era como si todavía mirara bajo el sombrero. Pero solo un instante, porque esta india, mulata, mestiza tiene una alegría que contagia; una picardía exuberante, de carcajada al aire.

Jocosa, agradeció con palabras y gestos los boleros de Joel Leyva; los poemas del grupo de teatro Gestus; la Guajira del sol, de José Aquiles; la crónica (difícil) de Cedeño.

Emocionada confesó su “envidia” por Frida Kahlo; sus ganas de haberla representado: a ella y a Celia Sánchez Manduley.

Sabia, definió la felicidad: ese soplo de brisa que si no la atrapas, pasa y no la obtienes.

Es Adela Legrá. Es Lucía. El rostro del cine cubano (bien lo dijo Reynaldo Cedeño) nos regaló una tarde en la Uneac.

Olga

Dicen que tiene 70 años. Pero su rostro se sonroja con colores de niña, y con palmadas de niña recibe tantos ramos de flores. Dicen que tiene 70 años, pero desde mi puesto de polizón no le encuentro las décadas y me parece intemporal, a pesar de tantos libros, de tanta historia desempolvada.

“Luego de haberle dedicado una Feria del libro, esperamos no tener que publicarle un texto más”, alguien bromea; y “salta” la investigadora: “eso crees” y todos ríen y aplauden porque saben que es verdad; que en esa cabecita (dicen que de 70 años) nacen cada día nuevos libros, porque en una ciudad de quinientos años hay mucho todavía por explorar.

Olga Portuondo Zúñiga, nacida en Camagüey, santiaguera por derecho propio. Historiadora de la Ciudad. La Editorial Oriente toma como pretexto la jornada de los Premios Oriente, para celebrar los años de vida de quien, durante años, ha nutrido sus páginas con sabiduría.

Allí está, como adolescente en sus quince, rodeada de colegas y alumnos, de santiagueros, de cubanos que reconocen en ella la maestría, el arte de la historia.

Qué importa cuántos cumpla. Olga Portuondo Zúñiga es también Santiago de Cuba.

Desempolvando: 3 años

De cumpleaños estuvo “Desempolvando”, ese espacio histórico-cultural (peña cultural, al fin y al cabo), que durante tres años ha tenido lugar en el patio del Archivo Histórico Provincial de Santiago de Cuba (antiguo VIVAC), cada tercer viernes de mes.

Muchos han sido los temas abordados en ese tiempo, mas este viernes 21 de marzo, fue la excepción pues, como fiesta al fin, fue el momento oportuno para compartir con quienes durante estos últimos meses han sido cómplices del espacio.

Invitados, trabajadores de la institución, público fiel, fueron homenajeados por los organizadores del “Desempolvando”.

Pero también el Archivo Histórico (AHPSC) recibió un especial regalo, al serle entregado cuatro envases metálicos de tinta para mimeógrafos (marca Pelican), utilizados para la impresión clandestina del periódico “Sierra Maestra”, en la casa marcada con el número 18 de la calle Santa Úrsula. La donación de este material la realizó Georgina Domínguez Nápoles, hija de Félix Domínguez Vistel, uno de los involucrados en esta actividad revolucionaria.

Especial también resultó la actuación de Esperancita Ibis, que a sus 74 años, mantiene una extraordinaria voz y un carácter jovial y jaranero. La “reina de la noches santiagueras”, como la denominó Pini (conductor y director artístico del “Desempolvando”), interpretó “Vereda Tropical” y “Luces de Santiago”, esta última, en compañía de bailarinas del espectáculo del Hotel Casagranda.

En este aniversario se expresó el compromiso, por parte de los organizadores, de continuar en este esfuerzo por rescatar costumbres, tradiciones, la historia de Santiago de Cuba a partir de la documentación atesorada en el AHPSC; con la mirada puesta en el 500 aniversario de la ciudad.

Como muestra de este empeño, ya se anunció el tema para el mes de mayo (el de abril no lo se ha develado aún): Los amigos santiagueros de José Martí.

Desempolvando lo chino en Santiago de Cuba

¿Qué tenemos de chino en Santiago de Cuba? Tal vez no tanto como en la capital, donde el Barrio Chino se enseñorea y deslumbra; pero sin dudas, en esas mulatas y negras de ojos rasgados, en esa familia, vecinos míos, de nombres castellanos que no olvidan los de extraña pronunciación, en las frases que conforman también lo que somos; en todo ello también Santiago de Cuba tiene de chino.

De ahí que los organizadores del espacio cultural “Desempolvando”, del Archivo Histórico Provincial de Santiago de Cuba (AHPSC), intentarán un acercamiento a los chinos y lo chino en esta ciudad.

Digo intentaran pues, si bien se abordaron aspectos sumamente interesantes sobre las odiseas de los primeros orientales que desembarcaron en Cuba, allá por la primera mitad del siglo XIX; al menos en mí, quedó una necesidad de saber más sobre la genealogía asiática en esta ciudad de casi cinco siglos. Tal vez la ausencia de especialistas en el tema, resintió un poco, la posibilidad de singularizar esta historia a nuestros predios.

Válido la referencia a datos de los que se aprecian de guardad los documentos protegidos en el AHPSC, y que nos dicen de las condiciones infrahumanas en las que, la mayoría de las veces, los chinos hacían el viaje desde su lugar de origen (en un inicio Filipinas), hasta las costas cubanas.

Válido también, el apoyo que el acápite cultural del espacio logró dar al tema. Destacar sobre todo la actuación del mago Aira, toda una institución en el arte de la magia en Cuba, quien deleitó con el número de “Los aros chinos”, en una muestra de profesionalidad extraordinaria, en la que el mago disfruta tanto de su arte como el público que lo admira.

Admirable también la capacidad creadora del bailarín y coreógrafo santiaguero Yanosky Suárez, quien una vez más acudió a la convocatoria de los organizadores de la Peña, y regaló una improvisación que representó el trayecto de la emigración china hacia estos lares.

Invitados también un grupo de practicantes de Tai Chi y de forma muy especial, por lo refrescante de su presencia, la presentación de la decimista Magdalena Cabrera, colaboradora de la publicación humorística Palante, con una muy simpática décima sobre los chinos en Cuba.

Vence así “Desempolvando” una nueva edición en ese afán de rescatar costumbres, tradiciones, historias de Santiago de Cuba, ciudad de ya casi medio milenio.

Para la edición del mes de noviembre (siempre a las 4 de la tarde del tercer viernes de mes), se propone el tema de la culinaria santiaguera. Ya sé de quienes se están relamiendo del gusto.

Desempolvando rejas y herreros

Una invitación a caminar Santiago de Cuba y ver, observar, extasiarnos en esos detalles que el diario cubre con velos de cotidianidad; siglos de arte al alcance de todos, huellas de otras manos que desde principios del siglo diecinueve nos tipifican desde las rejas. Esa fue el convite de la más reciente edición de la peña cultural “Desempolvando”, del Archivo Histórico Provincial de Santiago de Cuba, luego de su receso estival.

A las rejas y los herreros se dedicó este espacio, que apuesta por el rescate de costumbres y tradiciones de una ciudad que casi desanda ya por los quinientos años.

Para el necesario acto de desempolvar algo que, paradójicamente, forma parte del diario de los que habitamos esta ciudad, los organizadores de la peña invitaron a la Dra.C. María Elena Orozco Melgar, una de las voces más autorizadas para hablar sobre el devenir constructivo de Santiago de Cuba.

Discípula del Dr. Francisco Prat Puig, a quien denomina como un “médico para las casas”, la Dra.C. Orozco recordó sus caminatas por la ciudad junto a su maestro, en las cuales descubrieron las principales características del enrejado que caracteriza a esta ciudad.

Con una notable vocación pedagógica, ante la insistencia del conductor del espacio, la también investigadora, apoyándose de imágenes, hizo un recorrido por las rejas más hermosas que son posibles encontrar en Santiago de Cuba, donde, según aseguró, las más bellas están en la ciudad antigua (el Centro Histórico de la ciudad).

Para complementar las palabras de la Dra.C. María E. Orozco, también se invitó a Antonio Desquirón, poeta, crítico de arte, curador santiaguero, quien a finales de la década del 80 del pasado siglo, se dedicó a caminar las calles de Santiago de Cuba, tomando fotografías de las rejas, hasta lograr conformar un “Catálogo” que, en llamativa portada de cuero, reunió el Fondo Cubano de Bienes Culturales.

Oportuna fue, igualmente, la presencia de Ariel Jiménez, profesor de herrería en la Escuela Taller “Ugo Luisi”, de la Oficina del Conservador de la ciudad, quien comentó sobre las diferencias en el oficio, entre aquellos primeros herreros cuyas obras anónimas adornan la ciudad. Descendiente de herreros, Jiménez mostró parte de su quehacer con el hierro, como artista independiente.

En el acápite cultural destacó la actuación del Conjunto Folclórico de Oriente con un canto a Oggún; y el estreno del performance “Por qué”, del bailarín y coreógrafo santiaguero Yanosky Suárez, que será presentado este 27 de septiembre en la populosa calle Aguilera.

Fue una tarde de revelaciones, en la que se limpió de brumas la ciudad en la que vivimos. Al menos, al salir a la calle, estoy seguro que muchos de los presentes observamos a Santiago de Cuba y sus casas con otros ojos.

El hombre que «empinó» a Santiago

Museo Provincial Emilio Bacardí. Foto: Juventud Rebelde

Museo Provincial Emilio Bacardí. Foto: Juventud Rebelde

Por: Eduardo Pinto

A los ponderados títulos que ostenta con orgullo esta urbe, bien pudiera agregársele el de «La Ciudad de Segrera». Y es que la muy noble y muy leal Santiago le debe a su hijo Carlos José Román del Carmen Segrera Fernández gran parte de la imagen singular y bella que la distingue de sus similares en el Caribe y el mundo.

Cuando la Ciudad Heroína excedía sus límites coloniales ante el empuje del eclecticismo, comenzaron a levantarse edificios que contrastaban con la imagen de una urbe plana, con edificaciones que apenas alcanzaban los dos pisos.

Fue en 1908 cuando el joven Segrera solicitó la plaza de arquitecto municipal, y desde entonces se convirtió en el protagonista de la renovación arquitectónica y urbanística de Santiago, hasta su prematuro fallecimiento en 1922.

Gracias a las arquitectas Marta Elena Lora Álvarez y Carmen Lemos Frómeta, los santiagueros de hoy descubrimos el legado de este artista en el libro Carlos Segrera. Arquitecto iniciador del progreso arquitectónico y urbanístico de Santiago de Cuba en el siglo XX.

Nació el sueño en los años mozos de Marta, cuando junto a su colega Omar López —hoy Conservador de la Ciudad de Santiago de Cuba—, caminaban las empinadas calles de su ciudad y se interrogaban sobre la autoría de las muchas edificaciones que son motivo de presunción para sus habitantes, y desde entonces decidieron dedicar gran parte de su tiempo, talento y energías, a rescatar esa otra historia que corre el riesgo de perderse en la era de los grandes avances tecnológicos.

«Hay personas que son fundadoras, y Marta fue una de ellas; la pasión por la búsqueda de la vida y obra de los arquitectos santiagueros tuvo precisamente su génesis en su interés por hacerlo», comentó Omar López.

«Segrera fue para ella un hallazgo extraordinario, y trabajó mucho para develar la obra de una existencia que se truncó muy joven. Fue a la Universidad de La Habana, a Barcelona, tras unas aparentes pistas, ya que había poca documentación, para saber de su vida, para conocer y comprender mejor su obra».

Sin embargo, la muerte sorprendió a Marta Lora en septiembre de 2009, en su plenitud creativa, con la amenaza de dejar inconclusa una obra que es imprescindible.

Pero se impuso nuevamente la dialéctica del alumno que sigue la obra del maestro, y fue así como Carmen Lemos, también especialista de la Oficina del Conservador de la Ciudad (OCC) de Santiago de Cuba, continuó el trabajo que su profesora y amiga inició en la década de los 80 y principios de los 90 del pasado siglo.

«Compartimos esa admiración por Segrera y sus creaciones. Desde que conocí a Marta sucumbí ante la pasión de investigarlo», refirió Carmen Lemos.

Segrera precursor

Según refiere Carmen Lemos, este libro abarca una época muy interesante para la ciudad: los primeros 25 años del siglo XX, cuando importantes cambios políticos y sociales se reflejaron en la arquitectura y el diseño.

En palabras de Omar López: «El joven Segrera fue el dueño de toda una época de la ciudad de Santiago de Cuba, su gran soñador, en un tiempo extraordinario. Fue el gran maestro del eclecticismo y nunca dudó de crecer en altura, a pesar de los riesgos sísmicos de esta zona del país».

Había comenzado sus estudios universitarios en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería, en Barcelona, España, y a partir de ahí se incorporó a la Escuela de Maestros de Obras y Agrimensores de La Habana. Luego, al abrir la carrera de Arquitectura se incorporó inmediatamente, egresando después del primer curso de esa especialidad.

Al volver a su tierra natal asumió la proyección de viviendas, hoteles, teatros, comercios y museos. Antes, en la oriental ciudad dominaban las construcciones de dos niveles. Con él empezó a crecer la urbe hacia arriba.

Hasta la fecha, y según consta en el libro, a su genio se deben 47 obras en la Capital del Caribe, y se le atribuyen otras 17. Todas poseen, como lenguaje común, la calidad en la ejecución, proyectos de grandes dimensiones que sobrepasaron el mero objeto arquitectónico para convertirse en arte.

La impresionante fisonomía del Parque Céspedes lleva la impronta de Segrera, autor de la imagen que hoy conocemos de la Catedral (con otros elementos del estilo clásico añadidos en restauraciones hechas en 1916 y 1922), del Hotel Casa Granda, del Club San Carlos, y del desaparecido Hotel Venus, todos ubicados en ese entorno.

De los muchos planos que dibujaron las manos de su ayudante José Martín del Castillo nacieron otros importantes proyectos en la calle Aguilera, entre ellos el antiguo edificio Salcedo, que se encuentra en la intersección con la calle San Félix; también se ubican el Museo Emilio Bacardí y el Palacio Provincial de Gobierno, que son dos de los inmuebles más significativos y emblemáticos, y que conservan gran parte de los atributos estéticos que caracterizaron el estilo ecléctico de Segrera.

En la populosa Enramadas se le atribuyen otras edificaciones icónicas del urbanismo de esta región: el antiguo Hotel América, la tienda La California y la primera Cámara de Comercio de Santiago de Cuba, que es el actual Centro de Negocios.

Mención aparte para el Hotel Imperial, joya que fue el asombro en los años iniciales del pasado siglo, y que aún en nuestros días maravilla a santiagueros por ser uno de los primeros edificios altos, además de la elegancia y atractivos de su decorado, único en cada uno de sus tres pisos superiores.

Desde el punto de vista urbanístico también tuvo incidencia en la renovación de espacios fundamentales como son el parque de Vista Alegre o la Plaza de Marte.

«Un equipo de especialistas del Archivo Histórico Provincial posibilitó estos hallazgos, el cual encontró, además, que Segrera ideó un proyecto de modernización de la Plaza de Marte y formó parte de comisiones técnicas y artísticas a cargo del emplazamiento de 12 monumentos conmemorativos, esculpidos por el artista italiano Ugo Luisi», afirmó la coautora, Carmen Lemos.

Un libro singular

El libro Carlos Segrera. Arquitecto iniciador… fue impreso en España, gracias a la colaboración de la Red de Oficinas del Historiador y Conservador de las Ciudades Patrimoniales de Cuba, y constituye uno de los regalos de la OCC de Santiago de Cuba a esta ciudad, que en el año 2015 cumplirá medio milenio de fundada.

Según Omar López, para el importante contenido de este texto se buscó un «bello continente», como no podía ser de otro modo en un libro de arquitectura y urbanismo. Logro que debe mucho al lente del fotógrafo René Silveira, autor de casi todas las fotografías que en él aparecen.

La impronta de Marta Mosquera, premio nacional de Diseño del Libro 2012, se evidencia en este libro donde la imagen predomina antes que el texto, y en el que, a decir de la diseñadora, «trabajó con sumo detalle, y enamorada totalmente de esta empresa».

«El volumen se encarga, a través de fotos históricas de ambientes citadinos y edificios, de darle rigor a los textos y a cada historia que se narra; estamos ante un libro bello y científico y es su cualidad singular», explicó Omar López.

Una de las luces más importantes que aporta es la certeza de que Segrera hizo todo esto siendo un profesional graduado en un centro de altos estudios y con un plan de formación cubanos, sin embargo, la corta vida del arquitecto santiaguero aún reserva muchos enigmas por develar, sobre todo relacionados con la supuesta autoría de muchas edificaciones en el reparto Vista Alegre y otras zonas de la ciudad, al tiempo que se le adjudican inmuebles en Las Tunas, Manzanillo y La Habana, aunque hasta el momento no han aparecido la documentación o las fuentes que confirmen o nieguen tales suposiciones.

«Segrera fue un artista, imposible no admirar su legado. Sus contemporáneos lo calificaron como escultor de poemas en piedra, y realmente fue así, sus obras están llenas de virtuosismo, como consigue todo gran creador», nos dijo Carmen Lemos.

Bibliotecas, centros culturales y de investigación, universidades y otros espacios donde se fomenta el conocimiento y el arte, resguardarán este tesoro para que sea consultado por todos aquellos que con un motivo académico, o por el placer de contemplar desde otro ámbito su ciudad, hojeen las páginas de este texto.

Estas razones se agigantan en las palabras finales del prólogo de Carlos Segrera. Arquitecto iniciador del progreso arquitectónico y urbanístico de Santiago de Cuba en el siglo XX, escrito por el Conservador de la Ciudad: «Si Santiago de Cuba es la ciudad de Heredia, de Maceo y de Matamoros, es también la ciudad de Segrera. Su obra imperecedera y singular está en sus plazas y esquinas invitándonos a soñar y a querer esta urbe, que se nutre desde siempre de esa herencia material y espiritual que nos identifica y agiganta en el sendero del tránsito hacia el futuro».

Tomado de El hombre que «empinó» a Santiago – Cultura – Juventud Rebelde – Diario de la juventud cubana.

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