Librería Renacimiento. Foto: José Roberto Loo Vázquez
Ha muerto una librería y eso tengo que escribirlo. Ha muerto en Santiago de Cuba justamente cuando la ciudad comienza a vestir sus mejores galas para celebrar sus quinientos años de vida.
La desidia, la ignorancia, el poco amor por los libros de uso y raros han permitido que ya no sea más la librería Renacimiento, un local que ya en la década del 1920-1930 se dedicaba al comercio de libros y de efectos de escritorio, de modo, que de un plumazo, de un borrón, este mítico espacio, especializado en libros de uso y raros ha pasado a cumplir otras funciones ajenas a la magia de la lectura.
Ahora me entra la nostalgia y tendré que guardar con sumo celo los últimos libros que allí compré:
La Mansión/William Faulkner/Plaza & Janes Primera edición 1961/Precio: 3.00 MN
Iréne Némirovsky/Elisabeth Gille/Circe Bolsillo, 1992/Precio: 5.00 MN
Oppiano Licario/José Lezama Lima/ Edición César López/Cátedra Letras Hispanas, 1977/Precio: 8.00
¿Qué explicación darle a los usuarios que todos los viernes acuden a su portal para el trueque de libros? ¿Cómo decirle a los estudiantes de Letras de la Universidad de Oriente que por generaciones pasaron por allí en busca de títulos atrayentes y baratos? ¿Por qué deshacerse de un comercio tan generoso y aportativo y que permite poner en movimiento bibliotecas enteras?
Sin lugar a dudas que estamos frente a un gran error. Perder una institución como lo ha sido esta librería, por la que han pasado generaciones enteras de santiagueros y que en los últimos años se ha especializado en la venta de libros de uso y raros, es como perder una batalla en el terreno cultural frente a la banalidad y el mal gusto. Tal vez los que han tomado esta decisión olvidan o no quieren saber que en los años 90, la librería Renacimiento fue una de las mejores de todo el país tanto por la calidad de sus servicios, así como los ingresos que reportaba la misma. También olvidan que un libro siempre es útil, no importa su fecha de impresión o editorial. Y mucho más ahora, en la era digital, el libro impreso, toma categoría de valioso.
Santiago de Cuba siempre se ha preciado de tener librerías e imprentas. No hay que hurgar mucho para saberlo.
Alguien ha dicho que por cada anciano que muere es una biblioteca que se pierde. ¿Cuánto ganamos con desaparecer una Librería? ¿Cuánto perdemos con deshacernos de una Librería?
¡Por favor, no dejemos que muera la librería Renacimiento!
Reynaldo García Blanco
Escritor
Miembro de la UNEAC