Cines santiagueros (II): Cine Cuba

Por Juan Antonio Tejera

Lo he dicho en otras ocasiones y no hace mucho conversando con un creador de la “te uve”, lo reiteré: son muy pocos los que levantan la vista en la calle Enramadas y con ello se pierden de asombrarse de los maravillosos frentes que se encuentran en los segundos pisos de los edificios ubicados en dicha popular arteria. Hay uno que cada vez que alzo la vista, ya sea por costumbre, por tradición o por admiración, me llena de sorpresas. Se trata del Cine Cuba. ¿Se ha fijado usted en el mismo? Si bien es cierto que no tiene una realización que lo divida en pisos, si tiene esta característica uniforme que hace que su parte alta sea una perfecta continuación de la primera. Cine Cuba. Otro de los tres que se disputaba amigablemente la supremacía en cuanto a la preferencia de los santiagueros. Este, con razón, se convertía en centro de la concurrencia por estar situado, justo muy cerca de la esquina primaria de la Enramadas santiaguera: en esa calle que oficialmente se nombra Lacret y que a pesar de los pesares seguimos llamando San Pedro. Y está allí en esa populosa esquina desde hace muchos años, tantos que se pierde la fecha. Y existió primariamente hasta el terremoto del año mil novecientos treinta y dos. Luego, una vez reconstruido, es que adquiere esa fachada que bien parece haber escapado del país de las maravillas de Alicia. Y mire, algo importante: servía de local de presentación, los domingos en la mañana, a los conciertos que ofrecía la Sociedad Pro Arte Musical y tuvo el privilegio de tener en su escenario, a un prodigio de niño: Ferrucio Burcos, quien con sus doce años, se paró frente a una orquesta y la dirigió perfectamente. Sí, hasta niños prodigio se han presentado en esta ciudad de maravillas.

Cine Cuba en reparaciones